La noche era
oscura, más de lo habitual, caminaba por la acera dejando una música de sus
zapatos que podía tatarear cualquier borracho de la zona como si de una canción
se tratara.
Buscaba su
presa sabiendo que estaría en cualquier barra de bar, sin saber que esa era la
última vez que podría dominar sus pensamientos sin pensar en ella.
Al girar la
esquina vislumbró el local de luces color ocre, que dibujaban sombras difusas
en una pared medio derrumbada que estaba colindante, se acercó a la puerta con
paso seguro, se mojó los labios y entró en aquel sitio donde la música no era
un estorbo para tener conversación, era más que eso, era el sitio perfecto.
Allí estaba
su presa, sentado en un taburete intercambiando anécdotas juveniles y
vanagloriándose de lo que fue y lo que era. Las personas que lo rodeaban lo
miraban sonriendo como a un líder, alguien a quien admiraban desde hacía mucho
tiempo, o al menos esa impresión daba.
Era
interesante ver los movimientos sigilosos que hizo para no llamar la atención
ante aquella reunión, solo el barman del bar se dio cuenta de su llegada sigilosa.
Se acercó le preguntó que iba a tomar, al mirarla, pensó y dijo…nos
conocemos?, a lo que ella respondió con
un sensual, quizás. Y lo dejó ahí sin más se volvió para observar el resto del
local cruzando sus piernas de manera juguetona en ese alto taburete , girándolo
lo puso de nuevo mirando a la barra, cogió su copa y muy suavemente paso el
dedo por el filo del cristal, ella ya sabía que la observaban y empezó su
función, empezó la caza.
No dejaría que esa noche nadie se le fuera sin
haberla visto bien, su escultural figura de mujer madura, su ternura sensual,
labios carnosos y poco maquillados, no le hacia falta maquillar su belleza.
Lo que más
llamaba la atención o dejaba que cualquiera que
quisiera se postrase ante ella, su mirada…
Había algo
en esa forma de mirar, no había dulzura ni ternura en esa brillante mirada, era
excitante y hacía perder la cabeza solo introducirte en ella.
Nadie supo
decir jamás el color de sus ojos, nadie supo describir con palabras lo que
había de misterioso, solo decían que era perder la capacidad de decisión, era
dejarse llevar y censurar los pensamientos , era todo eso y más dijo el último
que paseaba buscándola por las calles de la ciudad.
No hizo nada
en especial, solo dejó que la observaran y mientras jugueteaba con su copa su
presa se le acercaba, dejó su alardeo y se dirigió a ella, se puso a su lado y
como solía hacer le dijo con voz chulesca “estás sola o esperas a alguien”.
Era la típica
frase hecha para una mujer bonita sola en la barra de un bar, la había
utilizado cientos de veces y siempre le dio el resultado esperado, entablar una
conversación ante una mujer despechada, una amiga plantada o simplemente
alguien que buscaba compañía.
Ella ni se
inmutó, esbozó una sonrisa de maldad, fría ante su presa y casi sin mirarlo le
dijo:
-te esperaba
a ti.
El sonrió
como el déspota que era sin saber que era ella la que cazaba.
Entonces
ocurrió, allí delante de todos que parecían no tener nada que ver con ellos,
pero que casi todos observaban la escena con atención.
Ocurrió…
lanzó su intensa mirada, lo miró sin decir nada, solo sus ojos frente aquel
insignificante hombrecillo que solía estar al mando de todo.
Lo miró y él
dejó todo su poder para ofrecer su pleitesía.
Jamás le
vieron perder su fuerza y aquella noche la perdió. Habría dado su alma al
diablo por un minuto de placer con ella.
Habría
intentado todo, por rozar sus labios con la yema de sus dedos mientras la
desnudaba. Pero jamás pasó todo aquello que su inconsciente le hacía soñar en segundos en los que no
había ni un solo parpadeo.
Estaba
nervioso por primera vez, volcaba toda su atención en cautivarla y poder ser el
que acariciase su pelo al despertar.
Olvidó ante
su encanto preguntar su nombre y quizás ni si quiera necesitaba saberlo, su
perfume, el calor que desprendía e incluso creyó oírla ronronear, no sabía lo
que era pero estaba perdido ante aquella mujer misteriosa que había aparecido
de la nada.
Jugueteó con
él, lo embobó hasta ver el gesto de su cara relajado y entregado a sus
maldades.
Le susurraba
al oído lo que jamás le habían dicho…
Se sintió
algo mareado y se ausentó unos segundos para ir al baño. En ese instante sonaba
una de las canciones que a ella le encantaban, pero que la hacían recordar el
pasado. Terminó su copa y sabiendo que uno de sus espectadores amablemente la
había pagado salió del local sin mirar atrás, sin titubear, sin ni siquiera
esperar que alguien la alcanzara, contoneando sus caderas y pisando con esa
seguridad de la que estaba catalogada como una felina que se dejaba ver
marchar.
Al salir del
baño él observó que ya no estaba, miró a los lados y nervioso no daba crédito a
lo que le pasaba, sintió falta de aire y desesperación en un momento y salió a buscarla.
Solo quedaba
un poco del aroma de su perfume, solo quedaba el canturreo de su caminar, la
oscuridad de la noche y nada más que un gato gris al final de la calle que
caminaba, se paró un momento para mirar atrás, se acicaló ronroneando y
desapareció en el silencio de su mirada.
Lo volvería
a hacer, ella jamás volvería donde él la esperara, jamás sería vista allí y
solo le importaba el poder que le robó y el vacío de mirada con la que se
alimentaba.
Desapareció
sin más mientras su canción sonaba.
Puedes
mirarla, puedes mirarme… no dejes que suene esas notas para que no se despierte
y se vaya.
MJensucajadecristal. T.C.B. Relato corto M.J.